3 Joás hizo lo recto a los ojos de Yahveh todos los días, porque
el
sacerdote Yehoyadá le había instruido.
4 Sólo que los altos no desaparecieron y el pueblo siguió ofreciendo
sacrificios y quemando incienso en los altos.
5 Joás dijo a los sacerdotes: «Todo el dinero de las ofrendas sagradas
que ha entrado en la Casa de Yahveh, el dinero de las tasas personales, todo
el dinero que ofrece el corazón de cada uno a la Casa de Yahveh,
6 lo tomarán los sacerdotes, cada uno en el círculo de sus amistades, y
ellos proveerán a las reparaciones de la Casa, en todo lo que deba
ser
reparado».
7 Pero en el año veintitrés del rey Joás los sacerdotes no habían hecho
las reparaciones de la Casa.
8 Llamó entonces el rey Joás al sacerdote Yehoyadá y a los sacerdotes
y les dijo: «¿Por qué no hacéis las reparaciones de la Casa? Así
que no
recibiréis el dinero de vuestras amistades, sino que lo daréis para
la
reparación de la Casa.»
9 Los sacerdotes consintieron en no tomar dinero del pueblo ni hacer
reparaciones en la Casa.
10 El sacerdote Yehoyadá tomó un cofre, hizo un agujero en la tapa y
lo puso junto a la estela, a la derecha según se entra en la Casa de Yahveh, y
los sacerdotes que custodiaban el umbral depositaban en él todo el dinero
ofrecido a la Casa de Yahveh.